… pero por suerte hago horas extras analizando PCR
«Estamos hoy en esta concentración para exigir que se nos pague bien lo que nos deben. Estoy en ERTE desde abril y cobro 15,30 euros al mes de prestación (le corresponderían unos 200 euros) pero, por suerte soy pluriempleada y conservo mi otro trabajo en un laboratorio», explica a 20minutos.es Laia García, camarera de la Sala Bóveda de Barcelona desde hace seis años y una de las trabajadoras afectadas por los errores encadenados en la tramitación y pago de los expedientes de regulación de empleo (ERTE) en Cataluña desde el inicio del estado de alarma en marzo.
No ha dudado en concentrarse este miércoles ante la sede del Servicio Estatal de Empleo (SEPE) en Barcelona en apoyo al sector que le ha permitido pagarse los estudios de «tres ciclos formativos de grado superior».
Asegura que su caso no es grave, al contrario del de otros compañeros de trabajo en la discoteca que cobran incluso menos que ella al mes y que solo tenían ese empleo antes de la irrupción de la pandemia. «Un compañero está cobrando desde abril 4,44 euros al mes y otros han tenido que recurrir a la Cruz Roja para poder comer», comenta.
El suyo es, además, un caso paradójico, puesto que mientras lleva ocho meses sin ejercer de camarera ni cobrar el subsidio está trabajando intensamente, en turnos de noche de 10 y 12 horas, en un laboratorio analizando muestras PCR de Covid: «Está siendo muy deprimente. Hasta el pasado 31 de octubre hemos tenido muchísimo trabajo pero ahora se ha relajado un poco desde que se han comenzando a hacer los tests de antígenos». Añade: «Hemos estado desbordados, han sido unos meses terroríficos de muestras infinitas y horas extraordinarias».
Ve el futuro del ocio nocturno «muy negro» y «con pocas posibilidades de abrir mientras dure la pandemia», considera. Por eso Laura exige, como sus compañeros, «ayudas reales y exenciones al pago de los alquileres de los locales, que se están cobrando desde marzo como si estuvieran abiertos», se lamenta. Durante el pequeño periodo de reapertura del ocio nocturno en Cataluña, en verano, la sala en la que trabaja ni siquiera abrió: «No salía a cuenta». No solo es partidaria de proteger a las discotecas por un criterio puramente económico sino para que «estas nos permitan disfrutar un poco de la vida» como hasta que llegó la pandemia.