Suspendida de empleo y sueldo por dar clase sin mascarilla de manera justificada
Laura (nombre inventado) es profesora en un instituto de Navarra. Para ella, el curso pasado fue uno de los peores de su vida. Después de un largo confinamiento, las clases se retomaron en septiembre de 2020, con distancia social y mascarilla obligatoria. Los profesores no tenían más remedio que encadenar horas de explicaciones con la boca y la nariz tapada, y esto terminó por afectarle a su salud. Decidió entonces, tras consultar con su médico, acogerse a una de las excepciones que prevé la normativa navarra para no utilizar mascarilla. Pero la consejería de Educación no lo entiende así, y la ha suspendido de empleo y sueldo.
Laura explica que al tener que dar las clases en estas condiciones pronto llegaron los dolores de cabeza, las náuseas, el dolor de estómago y las ganas de llorar constantes; síntomas que, sin embargo, desaparecían al llegar a casa y desprenderse de la mascarilla.
Consultó con su médico y tras iniciar un tratamiento farmacológico, decidió acogerse a las excepciones que contempla la Orden Foral 34/2020 donde se explica que basta con presentar una «declaración responsable» justificando la causa. Laura cumplió con el trámite y empezó a impartir docencia a cara descubierta.
Al inicio de este nuevo curso, al ver que la situación persistía, optó de nuevo por «salvaguardar» su «salud» y su «actividad docente», y en este caso se acogió a una de las excepciones que prevé la Ley Foral 40/2020 que exime del uso obligatorio de mascarilla «al alumnado, profesorado y personal asistencial que presenten algún tipo de dificultad respiratoria». Y así lo registró en la administración. Pero, según su relato, éste fue el inicio de una segunda pesadilla.
«La tónica ha sido el acoso y presión ejercidos sobre mí por parte de dirección e inspección», relata en la carta a la que ha tenido acceso este periódico. Una situación que terminó con la apertura de un expediente «arbitrario», según Laura, en el que «no se menciona el incumplimiento» de ninguno de sus «deberes como funcionaria». «Ni qué decir tiene cuan duro o y penoso es impartir clase teniendo puesta en la cara una mascarilla», añade.
Lea la carta completa de la profesora
Estimados compañeros:
Mediante la presente misiva, me gustaría dar a conocer una serie de sucesos acontecidos en nuestro centro; sucesos todos ellos que han hecho menoscabo en mi salud, en mi situación laboral y en el alumnado.
Es por todos conocido que el Covid-19 ha trastocado toda la enseñanza desde 2020. Durante el curso pasado, una vez concluido el confinamiento, se nos permitió volver a los centros de enseñanza bajo una serie de medidas sumamente estrictas; entre ellas se encontraba la obligatoriedad de llevar mascarilla. Ni qué decir tiene -porque todos experimentamos esta situación-, cuán duro y penoso es impartir clase teniendo puesta en la cara una mascarilla. Precisamente eso es lo que sufrí a lo largo de todo el curso anterior: dolor de cabeza persistente, náuseas, dolor de estómago, ganas de llorar, tristeza e irascibilidad. Sin embargo, todos esos síntomas desaparecían una vez llegaba a casa y me quitaba la mascarilla. Así, después de acudir a consulta médica para iniciar un tratamiento, en abril me acogí a la Declaración responsable para eximirme del uso obligatorio de mascarilla, recogido en la Orden Foral 34/ 2020 de 15 de julio de 2020.
Durante este curso, como la situación persistía, al amparo de la ley, salvaguardé mi salud y mi actividad docente y me acogí a lo que dispone la excepción recogida en el punto 8 de la ORDEN FORAL 40/2020, de 28 de agosto. Todo ello dando entrada en el registro al escrito preparado para tal efecto.
A partir de ahí, la tónica ha sido el acoso y presión ejercidos sobre mí por parte de dirección e inspección. Todo ello ha derivado en la incoación de un expediente notificado por Resolución, en el que queda de manifiesto su carácter arbitrario, ya que no se menciona el incumplimiento u omisión de ninguno de mis deberes como funcionaria del cuerpo de profesores de Enseñanza Secundaria, cargos por los que se me acusa. Los deberes del funcionario se recogen en el artículo 56 del Estatuto del Personal de las Administraciones Públicas de Navarra, DFL 251/1993 de 30 de agosto. Así pues, ello ha motivado la solicitud por mi parte del archivo del expediente, cursado mediante registro.
Ante este procedimiento, la respuesta ha sido inmediata: la suspensión cautelar de empleo.
Ahora, en esta deplorable situación, quiero dirigirme a vosotros con una serie de reflexiones: no entiendo en absoluto esta situación de indefensión, ya que ¿cuántos niños y adolescentes han enfermado?.
Viendo cuál es la situación, solo cabe decir que han descuidado por completo la docencia y la educación, junto con nuestro quehacer diario en las aulas. La educación ha sido abandonada.
Ninguno de nosotros merece esto; ni docentes ni alumnado.
Basta ya. Es hora de terminar con esta pesadilla.