Los nuevos currículos priorizan la educación socioemocional
La educación socioemocional ha pasado a un primer plano en las reformas educativas impulsadas por el Gobierno. Ya en la LOMLOE -conocida también como Ley Celaá- se avanzó que se pondría «especial atención» a la educación «emocional y en valores». Y así se ha hecho en todas las etapas, tal y como se plantea en los currículos educativos, donde se subraya ese concepto en casi todas las materias como una competencia necesaria más para superarlas.
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«Si el bienestar emocional ya era importante antes de 2020 ahora se ha posicionado como la principal preocupación del sistema educativo», destacó la ministra de Educación, Pilar Alegría, en una conversación sobre los desafíos del nuevo currículo con el catedrático de Psicología de la Universidad Complutense y asesor de la Fundación SM, Álvaro Marchesi.
Ahora bien, ¿qué es el bienestar emocional y qué implica para los propios alumnos fomentarlo? Marchesi, que además fue director general y secretario de Estado de Educación (1984-1996), explica a 20minutos cuáles son los puntos clave del desarrollo emocional y los beneficios que puede acarrear, tanto a corto como a largo plazo, en la vida de los estudiantes: «El bienestar emocional refleja el sentimiento que tiene un alumno de encontrarse bien en relación con sus compañeros, con el colegio, la familia y consigo mismo. Es decir, siente que de alguna manera tiene una actitud positiva ante la vida que, en ocasiones, cuando es más mayor, se traduce en un proyecto de futuro que le satisface», define.
Familia, amistades, autoestima y aprendizaje: las claves del bienestar
Por tanto, apunta el psicólogo, el bienestar está directamente condicionado por una serie de factores, tales como la familia, las amistades, la autoestima o los estudios. La familia, como actor social fundamental en la infancia, es muy importante en ese desarrollo socioemocional, pero los amigos cobran especial relevancia y llegan a ser incluso más determinantes a medida que se van haciendo mayores.
«Los amigos ayudan a sentirte bien, pero tú tienes que ayudar también a tus amigos», detalla Marchesi. quien incide en que el bienestar emocional «también tiene una parte de desarrollo moral» y que, como tal, implica «responsabilidad y compromiso con los otros», es decir, «solidaridad».
Existe asimismo una relación clave entre los aprendizajes y el bienestar emocional, pese a que en ocasiones pueda darse la tendencia de pensar que son dos dimensiones distintas. «Un buen aprendizaje conduce a una buena autoestima del alumno (a sentirse bien, competente y con ilusión); pero a su vez, una persona que se siente bien y con ilusión, aprende mejor», detalla Marchesi.
«La medida en que un centro educativo y el entorno familiar son capaces de ilusionar, interesar a los alumnos y realizar proyectos compartidos es fundamental». añade.
¿Cómo se aplica en las escuelas?
Lo primero, subraya Álvaro Marchesi, es «ser conscientes de la importancia del bienestar emocional, de que se trata de un eje fundamental de la formación del alumnado». Lo segundo, añade, pasa por incorporarlo y llevarlo a la práctica, tanto en el propio funcionamiento del centro como en el trabajo en el aula.
Así, el colegio debería incluir en su funcionamiento una serie de proyectos que vayan más allá de las asignaturas. «Debe haber siempre una perspectiva de cómo ayudar al desarrollo emocional de los alumnos, y eso se consigue incorporando en las iniciativas pedagógicas aquellas estrategias y metodologías que potencian la convivencia, la amistad, el trabajo común y el acompañamiento a los alumnos más aislados, entre otros. «Nos hemos centrado, con razón, en el horror del acoso escolar, pero no podemos olvidar a aquellos alumnos que se sienten solos. Que no tienen amigos por la razón que sea», afirma.
En cuanto a cómo aplicarlo en cada aula, Marchesi reconoce que la opción de añadir una materia que aborde estos principios no es posible, así que propone que las tutorías, que se imparten una hora a la semana, tengan como objetivo el desarrollo emocional para los alumnos de seis a 16 años. «Es una hora libre muy flexible, y durante la cual sería muy interesante que se trabajara de manera sistemática, planificada y adaptada a la edad de cada uno», afirma.
«No es que queramos que los alumnos tengan una vida plácida, sino que el conflicto forme parte del desarrollo. El conflicto es normal en la vida, porque no siempre se cumplen tus aspiraciones. De lo que se trata sobre todo es de poner en marcha mecanismos que les haga capaces de enfrentarse a sus problemas y conflictos», añade.
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Entonces, ¿qué aptitudes o beneficios puede aportar el fomento de esta educación a largo plazo? «Yo creo que van a ser personas que van a tener un mayor equilibrio emocional, lo cual propicia que las angustias, ansiedades y dificultades mentales que uno puede enfrentar en la vida se aborden con mayor seguridad. También puede haber una tendencia a tener un proyecto futuro con mayor compromiso», explica Marchesi.
Educación Física, Economía… casi todas las materias lo abordan
Tanto en el currículo de Infantil como en el de la ESO y Bachillerato -estos dos últimos previstos de aprobar a principios de 2022- se aborda la educación emocional en la mayoría de las materias, aplicándolo en función de las competencias que requiera cada una.
Así, por ejemplo, en la asignatura de Economía y Emprendimiento se plantea como uno de los objetivos que el alumno sepa «reconocer y gestionar emociones para adaptarse a contextos cambiantes y globalizados y a situaciones inciertas».
En la de Educación Física, se incide en potenciar la «autorregulación emocional e interacción social en situaciones motrices», para saber gestionar el «estrés» o la «frustración» en determinados contextos.
También en la de Formación y Orientación Personal y Profesional se aborda el concepto. «El alumnado debe tomar conciencia de que sus actuaciones y decisiones están en gran medida condicionadas por sus emociones y por los motivos que les llevan a realizarlas», reza el borrador de la ESO.
Ciencias aplicadas, Expresión artística, Música, Educación en valores cívicos y éticos o Educación plástica también incluyen objetivos en esa línea. En definitiva, es el reflejo de a voluntad de Educación de modificar las competencias específicas de las diferentes etapas, para añadirle una en concreto que consideran esencial para la convivencia del alumnado: la inteligencia emocional.