El paro juvenil en España casi triplica a la UE
La pandemia sigue causando estragos en la economía española y su crudeza ha abierto todavía más las heridas que el sistema no ha sabido curar con el paso de los años. Una de ellas es el paro juvenil. España se ha convertido en el Estado miembro de la UE con peores datos de desempleo entre los menores de 25 años: registró un 43,9% en el mes de agosto, solo por delante de Grecia y casi triplicando la media de la Unión, que se situó en un 17,6%. Pero si la franja de edad se amplía, la cosa empeora. Según datos de la Comisión Europea correspondientes a 2019, la preparación de los jóvenes españoles no les sirve para tener menos desempleo. La tasa de paro entre aquellos jóvenes de hasta 29 años con estudios universitarios era el año pasado del 16,7%, la más alta de Europa junto a Italia (16,8%). ¿Por qué?
Que los árboles no impidan ver el bosque. Ese dicho ha cobrado connotación más negativa si cabe para España. Los datos generales del empleo dan un poco de aire. Y es que la Seguridad Social ha ganado en septiembre una media de 84.013 cotizantes respecto al mes de agosto (lo que supone un 0,4% más). Se trata de una cifra récord en este mes desde que hay registro. El dato del paro también resulta esperanzador, pues bajó en 26.329 desempleados en septiembre (lo que supone una caída de un 0,7%), su mayor descenso en este mes de toda la serie, iniciada en 1996. Pero eso no tapa el mal dato de paro juvenil. «No puedes hablar de éxito cuando tienes esa tasa de desempleo entre los jóvenes, que es un desastre», explican fuentes especializadas consultadas por 20minutos. La pandemia ha apagado cualquier atisbo de recuperación, y la tendencia está lejos de invertirse.
«Podemos hablar de una generación perdida», reconoce el profesor de Economía en el IE Bussines School, Rafael Pampillón, quien avisa de que el nivel de desempleo juvenil es tan algo que el mercado laboral «no va a ser capaz de absorberlo». El economista avisa, además, de que España tiene un problema «con el abandono escolar», por lo que «la mayoría de los jóvenes que se encuentran ahora mismo en el paro tienen pocos estudios».
El desempleo juvenil en España, eso sí, no es un problema «nuevo», advierte Pampillón, que recuerda que «entre el año 2000 y el 2019 la media en cuanto al nivel de paro entre los jóvenes estuvo en un 34% en España» mientras que la media en el conjunto de la UE era «de un 9%». Es una diferencia que se ha mantenido en el tiempo.
En una situación como esta se corre un riesgo importante. Según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), en España el grupo más vulnerable a la pobreza son los jóvenes de menos de 29 años, hasta el punto de que el 33,8% se encuentra en este umbral, más de diez puntos porcentuales por encima de la tasa de pobreza de todo el país (21,5%).
Rafael Pampillón ve un «déficit» muy claro en la relación entre los jóvenes y las empresas. «Es necesario adecuar la formación a lo que puedan demandar las empresas», comenta el experto, que pone el foco «en las nuevas tecnologías», pues hacia ella se enfocan «los nuevos puestos de trabajo». En España, añade, «porque hay muchos jóvenes buscando trabajo que no lo encuentran y muchas empresas con vacantes que no son capaces de dar con los perfiles que necesitan para esos puestos».
No es por tanto casual que España lidere el paro juvenil. También es el país con la mayor tasa de temporalidad entre los jóvenes, hasta el punto de que más de la mitad (el 69,5%) de ellos tiene contratos temporales. También España es líder, junto a Grecia, Chipre y Rumanía, en trabajos parciales entre los jóvenes, con más del 50%.
Los economistas llaman a un cambio en los planes de estudio. «Ahora más que nunca urge que la oferta de formación profesional sea atractiva, que los jóvenes puedan trabajar y estudiar a la vez, adaptando eso sí la jornada laboral», cuenta Pampillón. Eso pasa también «por tener mejores programas de prácticas» y por «diversificar mejor la formación profesional».
Un elemento clave aquí serán los fondos de recuperación de la UE. «Una parte tiene que usarse para tener mejores planes de estudio y para que los jóvenes tengan más salidas».